Colombia sin satélite: ¿un paso atrás del país en su carrera espacial?
Ocho años y tres vicepresidentes duró el camino para un negocio que no se dio.
Por: RICHARD REVELO C. |
8:45 p.m. | 15 de septiembre de 2014
El Gobierno le puso freno a una inversión de 250 millones de dólares que estaba dirigida a comprar un satélite.

Foto: AFP
El Gobierno le puso freno a una inversión de 250 millones de dólares que estaba dirigida a comprar un satélite.
Un cubo que cabe en la palma de la mano fue el primer paso de Colombia en la carrera espacial. Este artefacto, conocido como el Libertad 1, fue el primer satélite fabricado en el país que estuvo en órbita. El proyecto, que fue lanzado el 17 de abril de 2007 en Kazajistán, se diseñó y elaboró en momentos en que el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez creaba la Comisión Colombiana del Espacio, una institución que tiene como objetivo regular las actividades espaciales del país.
En marzo de 2009 y en busca de retos mayores, el exvicepresidente Francisco Santos habló de la posibilidad que exploraba el Gobierno de adquirir un satélite de comunicaciones. De hecho, en 2008 el exsecretario ejecutivo de la Comisión Colombiana del Espacio, Iván Darío Gómez, dijo que el Gobierno estaba detrás de la compra de dos satélites, uno de observación y otro de comunicaciones. El exfuncionario señaló que a finales de ese año se pretendía abrir el proceso para adjudicar la construcción y lanzamiento del satélite de observación. (Lea también: Pros y contras de que Colombia tenga un satélite propio).
En esa ocasión, la exministra de comunicaciones María del Rosario Guerra sostuvo que el objetivo era lanzar en 2011 el satélite de comunicaciones. Guerra afirmó que el país ya había recibido propuestas de ocho países y que el costo del aparato, de tipo geoestacionario, sería de entre 150 y 250 millones de dólares. Se esperaba que la licitación para adquirirlo se abriera a mediados del 2009 y que entre las funciones de este artefacto estuviera el proporcionar información de apoyo a las fuerzas militares.
En palabras del exvicepresidente Santos, pronunciadas en 2008, la compra de los satélites no tenía reversa, pues se financiaría con una adición presupuestal que se podía tomar “partiendo del ahorro que obtenemos de lo que pagamos todas las instituciones en la compra de fotos satelitales”. “Eso coge su propio vuelo", aseguró.
Y así parecía que iba a ser: se creó el documento Conpes 3579 y en la segunda mitad del 2009 el ministerio de Comunicaciones dio a conocer el pliego de condiciones para la licitación del satélite de comunicaciones Satcol, en la que se esperaba la participación de empresas de China, Rusia, Israel y Estados Unidos.
Sin embargo, el 2 de diciembre de ese año se declaró desierta la convocatoria luego de que la compañía rusa Systems-Reshrtnev Compañy, la única proponente, no cumpliera con los requisitos solicitados. A inicios del 2010 se presentó una nueva licitación, luego de que la Procuraduría General de la Nación se opusiera a que la construcción del aparato fuera negociada de gobierno a gobierno.
Días antes de terminar su mandato, el exvicepresidente Francisco Santos aseguró que en 2012 el país tendría su primer satélite de observación, tras asegurar que la propuesta era liderada por el Ideam y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi y que el artefacto ya se encontraba en etapa de prediseño. “En este momento hay 500 personas preparándose en interpretación de imágenes satelitales y hay muchos financiadores”, dijo.
Segundo intento fallido
El primero de septiembre del 2010, ya bajo el mandato del presidente Juan Manuel Santos, el Ministerio de Comunicaciones (Mintic) declaró desierta de nuevo la licitación para el Satcol, luego de que se rechazara la propuesta de la multinacional China Great Wall Corporation.
Este proyecto llegó a su final en 2011 cuando el Mintic decidió apostarle al Proyecto Nacional de Fibra Óptica, una iniciativa adjudicada al operador mexicano Azteca Comunicaciones que busca conectar al 97,5 por ciento del país. A finales de 2013 se reportó que 2,2 millones de colombianos ya estaban conectados gracias a este tipo de redes y que la cobertura ya alcanzaba el 75 por ciento del territorio nacional.
Pero ese mismo año el Gobierno volvió a hablar de la adquisición de un satélite: el exvicepresidente Angelino Garzón anunció que la Comisión Colombiana del Espacio recomendó la compra al presidente Santos, argumentando que el negocio pondría a tono al país con las naciones industrializadas en materia de desarrollo tecnológico.
Ya sin el Satcol en el panorama, en 2012 la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) pasó a tener participación en la Comisión del Espacio y desde ahí se unió al proyecto del Satélite de Observación de la Tierra Colombiano (SotCol), el cual según le dijo a EL TIEMPO en mayo del año pasado el entonces jefe del Estado Mayor de la FAC, Flavio Enrique Ulloa, se encontraba en sus fases finales de estructuración.
Semanas antes de dejar su cargo, Garzón, quien asumió el 15 de noviembre del 2013 el Programa Presidencial para el Desarrollo Espacial Colombiano (PPDEC), argumentó que la decisión sobre el tipo de satélite que se iba a adquirir quedaba en manos del presidente Santos y no por medio de una licitación. Angelino también manifestó que el país tenía los recursos suficientes para comprar el artefacto sin endeudarse y que compañías de Francia, Reino Unido, España, Rusia, Israel, Estados Unidos y Argentina ya habían expuesto sus propuestas.
“Colombia no está condenada a ser siempre caballo en los temas del espacio, Colombia también puede ser jinete. Si queremos ser jinete tenemos que avanzar en la compra del satélite de observación”, dijo en ese momento Garzón, quien un mes después de terminar su mandato ahora ve cómo su sucesor da por terminada una novela que protagonizaron tres vicepresidentes, pues este lunes el actual vicepresidente, Germán Vargas Lleras, le puso freno a una inversión de 250 millones de dólares para la compra de un satélite.
La pregunta que queda es si, tratándose de hablar de ahorro de plata, el Gobierno actuó a tiempo al evitarle al país un gasto de 250 millones de dólares que se perdería al cabo de siete años (vida útil del aparato), o si tardó ocho años en tomar una decisión que, mientras se daba, dio vida a estudios técnicos, documentos, licitaciones, comités y mesas directivas que no cumplieron con su razón de existir.
La carrera espacial de los vecinos cercanos
Venezuela tiene en órbita a los satélites Venesat-1 o Simón Bolívar (que tiene como fin facilitar acceso a servicios de internet, telefonía y televisión) y al Vrss-1 o Miranda (que permite la elaboración de mapas y evaluaciones de suelos).
Ecuador lanzó en 2013 el Nee-02 o Krysaor, un nanosatélite con una cámara de video cuya misión es servir a la educación media y superior de su país. En enero de este año se conoció que Pegaso, un aparato similar lanzado meses antes y que se daba por perdido tras un choque con basura espacial rusa, volvió a ser localizado.
Bolivia lanzó el 20 de diciembre del año pasado el Tupac Katari, un satélite construido por China que, a un costo de 300 millones de dólares, fue puesto en órbita con la promesa de reducir los costos de telefonía e internet en el país.
Otro vecino, Perú, acordó en abril de este año la compra a Francia de un satélite de observación por un costo de 213 millones de dólares. El aparato, que tiene como objetivo brindar apoyo en temas de seguridad nacional y lucha contra el narcotráfico y terrorismo (entre otros), será lanzado en mayo de 2016.
El gobierno de Cristina Fernández lanzará, precisamente el otro mes, el Arsat-1, su primer satélite ciento por ciento construido en el país, con un objetivo claro de “acrecentar la soberanía satelital y entrar en el selecto grupo de países con capacidad de construir y lanzar sus propios satélites”, en palabras de la Presidenta.
RICHARD REVELO C.
FUENTE: EL TIEMPO (COLOMBIA)