Fútbol Para Todos, negocio para pocos
Federico Moughty
Lic. Ciencia Política (UBA)

El camino elegido por el gobierno para sostener Fútbol Para Todos es coherente con otras determinaciones respecto de la concentración de medios. Si bien hay una decisión de no dañar su vínculo con el público por la vía de eliminar FPT, también existe una decisión de no dañar su vínculo con los grandes grupos comunicacionales, subsidiándolos de manera encubierta.
Se habla de un costo del Fútbol para todos (FPT de aquí en adelante) que incluirá este año unos $1800 millones para la AFA más costos de producción. Redondeamos en $2000 millones. Los
números agregados siempre son tramposos porque uno dice “son 2000 millones de pesos” y para la mayoría de nosotros la cifra nos resulta inconmensurable. Claro que todos los números agregados son inconmensurables y que 2000 millones de pesos cuando uno los compara contra otros números agregados o los divide por cantidad de gente se vuelven mucho más cercanos y manejables. Para empezar y estimando un dólar promedio durante 2016 de $16 (solo porque es fácil la cuenta) los 2000 millones de pesos devienen 125 millones de dólares.
Por ejemplo uno puede comparar el costo del FPT para el Estado contra el costo de producción de series globales. El costo anual de producción de Game of Thrones se estima en unos 60 millones de dólares, es decir la mitad de los que el Estado argentino paga por el FPT por 10 horas de contenidos de una serie.
Comparativamente el FPT son unas 30 fechas de 15 partidos de 90 minutos, lo que da la “friolera” de 43.500 minutos de contenidos, es decir 720 horas (72 veces más que GOT),
es decir 30 días corridos, es decir un mes entero. Solo sumando los
grandes clásicos, digamos 5 “grandes” a 2 partidos entre sí, da 30 horas. Solo mirando “mi equipo” son al menos 30 partidos para un total de 45 horas anuales de contenidos. Es decir que solo
mirar a “mi equipo” en FPT son entre el triple y el quíntuple de tiempo que una serie (dependiendo del número de capítulos y su duración).
Por habitante son unos $45 anuales. Es decir menos de $4 por mes. Pero pensemos que, si bien el FPT está disponible para casi el 100% de la población, hay gente en este país que no mira fútbol. Así que pensemos en 20 millones de personas. Eso da $100 por año por “espectador” y, considerando 10 meses de torneos oficiales, unos $10 por mes, unos $2,5 por semana.
La suscripción a las cadenas “Premium” del cable es mucho más que eso, pero además antes hay que pagar el cable. Comprar dos capítulos de una serie en Amazon son U$6 es decir el costo anual completo de FPT por televidente, y además antes hay que pagar Internet.
El subsidio estatal a los viajes en subte es tal que si hago un viaje ida y vuelta le cuesto al Estado lo que el FPT de un mes. Por otro lado si mirando el FPT en dos ocasiones en el mes compro una cerveza lo que pago de IVA por esas dos cervezas (o gaseosa de primera marca) es equivalente a lo que paga por mí el Estado por disponer durante el mes del FPT.
Y sigo, si “la plata del fútbol” dejase de pagarse y ese dinero se les transfiriera a los jubilados daría un aumento promedio por mes para los jubilados del orden de los $10 mensual (0,2%).
¿Es mucha plata el FPT o son solo unas poquitas monedas por beneficiario? Tiendo a creer que son monedas, claro que siempre es cuestionable la prioridad y que hay alternativas de políticas públicas que corresponde básicamente al Poder Ejecutivo Nacional elegir.
Entendiendo que lo que hagan la AFA y los clubes con el dinero debería ser cuestionable,
pero no es directamente relevante de cara a una política pública sobre la transmisión televisiva del fútbol (es decir: se puede cuestionar la administración del fútbol exista o no FPT), pueden hacerse diferentes cosas:
A) Cancelar el contrato con AFA. Deja de ser una política pública, desaparece el alcance, desaparecen los costos. Incluso se podría regular para evitar viejas maniobras de cierto grupo mediático desde el control de un “insumo clave” en términos de medios y cable.
Probablemente el fútbol local además de menos accesible tenga menos dinero y sea (aún) peor. Decidimos que somos un país pobre y que no podemos darnos el lujo de que el fútbol esté disponible para todos.
B) Dejar todo como estaba. Mantenemos costos, mantenemos alcance, mantenemos todo igual. Asumimos que es una política pública relevante de bajo costo, que
el fútbol es un contenido interesante para la población, que asumir que es un “bien público” (en términos técnicos o no tanto) es bienvenido.
C) Mantener las cosas como estaban (como en la opción B) pero, como en la promesa de campaña del oficialismo, abrir las transmisiones a la publicidad privada en la TV pública. Pagamos pero recuperamos parte del dinero habilitando que las empresas puedan publicitar en los partidos.
Bajamos costos, mantenemos alcance, claro que “lesionamos” por la vía de mercado a los que venden público a través de la publicidad (después explico el detalle). Menos costos para el Estado y, si se quiere, más mercado.
D) Esto que se está proponiendo. Que el Estado le siga pagando a la AFA pero que ceda por un porcentaje menor del costo la transmisión de los partidos con más espectadores a unos pocos medios elegidos (peor si es sin licitación, pero aunque fuese licitado).
Tal vez se mantenga el alcance (veremos), y bajamos costos (pero menos que en la opción C) a la vez que subsidiamos a los medios a los que les permitimos transmitir los partidos importantes por varios mecanismos (pagan menos de lo que cuesta, obtienen más dinero por publicidad del que pagan y mantienen la “pantalla caliente”).
A es drástica, es como Lilita Puig opinar que somos un país tan pobre que no podemos darnos el lujo de gastar en contenidos $10 por persona.
Puedo comprarla, pero cerremos el teatro Colón, los museos que no se sostengan desde el costo de la entrada, suspendamos todo recital gratuito de las Violettas de este mundo o cualquier otra política que no tenga externalidades positivas en términos de salud, educación y seguridad.
Personalmente B y C me gustan. Obviamente
B es un poquito más cara y debería ir de la mano de una utilización más inteligente de la pauta que durante el gobierno pasado.
Si parte de los minutos de transmisión en los que la pelota no se mueve los ocupan los comentarios y otra pequeña parte las campañas de bien público (cosa que era cierta con el gobierno anterior)
hay que buscar unos 5 minutos de contenidos “neutrales” (pongan Tan Biónica si quieren) que reemplacen el seisieteochismo previo. O no.
C también es interesante y uno se pregunta por qué no. Claro que es un problema. Veámosla en detalle y juguemos a que somos economistas: ceteris paribus todas las otras variables que afectan el gasto publicitario total de las empresas y el Estado.
Abrir el FPT a la publicidad privada implica aumentar la oferta de espacios publicitarios. Aumentar las cantidades debería afectar el precio de los espacios televisivos a la baja. Ahora, el problema no es en sí el precio sino el monto final de la inversión publicitaria. Si la elasticidad precio del minuto publicitario al aumento de la oferta fuese cero implicaría que los anunciantes aumentarían su consumo de publicidad para cubrir los nuevos espacios de la oferta sin que el precio se moviese, con lo cual el dinero utilizado para pagar publicidad el FPT sería “nuevo” en el mercado. Pero esto es improbable.
Es decir que salvo que la elasticidad precio de la oferta publicitara fuese 0 es esperable que todo o parte de lo que el Estado recaudase por publicidad en FPT significaría dinero que no reciben los otros vendedores de espacios publicitarios. ¿Sabemos quiénes son? Obviamente medios que venden público ¿Se entiende quienes serían los perdedores ante tal decisión? Lo único incomprensible es por qué no lo pensó el kirchnerismo. O, si lo pensó; por qué no lo hizo.
La última opción, la D, implica poner en riesgo el alcance del FPT (es decir la cantidad de gente que si quiere puede verlo),
una reducción menor de los costos totales a los que implicarían abrir las transmisiones a la publicidad privada transmitiendo por la TV Pública (directamente por ingresos durante los partidos pero además por el efecto “pantalla caliente”), pero no afectaría negativamente (más bien lo contrario) a los medios elegidos para transmitir los partidos importantes.
Entonces, como
A tiene un problema de reducir el alcance del FPT se descarta por sus costos políticos (#FutbolParaPocos). B aparece en conflicto con promesas de campaña, es decir mantener la lógica kirchnerista de seguir utilizando el FPT para transmitir solo contenidos públicos. C implica quitarles dinero a otros medios, lo que es nuevamente un problema político, ya que es enemistarse con estos. Ergo, se “inventa” D. Lo que se está proponiendo no es sustentable en términos económicos, es cuestionable desde el punto de vista de que el alcance permanezca (es decir que seguiremos pagando casi lo mismo pero tal vez menos argentinos lo puedan ver) y resulta una clara ventaja económica para unos pocos grupos mediáticos.
¿Vale? En principio sí, aunque siempre existe el margen para judiciadizarlo, pero es probable que tal cosa no prospere.
Lo que debe quedar claro es que la decisión del gobierno es política. Y que, si bien hay una decisión de no dañar su vínculo con el público por la vía de eliminar el FPT, también existe una decisión de no dañar su vínculo con los grandes grupos comunicacionales por la vía de subsidiarlos de manera encubierta, lo que es coherente con otras decisiones respecto de la concentración de medios.
La pelota no se mancha. O si estaba manchada hay que preguntarle al Presidente de la Nación que construyó su carrera política en torno a ella. O por qué aumenta el dinero a los clubes por la vía de financiar sus operativos de seguridad durante los partidos.
Pero lo indiscutible es que la seguiremos pagando todos por la vía impositiva para que el fútbol profesional tenga un alcance universal pero ahora también para beneficio de ciertos grupos mediáticos.